viernes, 30 de agosto de 2013

La Sirena Snack. El encanto del producto en una taberna marinera

Buenas a todos.

Hago un inciso en la travesía por NYC para comentar este local. Conocido por muchos aficionados al mundo gastronómico por ser uno de los locales que visitaba el equipo de El Bulli, quizá porque a su cargo esta Montse Nuñez, la que fuera una de las encargadas de repostería de tan famoso restaurante allá en los 90 cuando Adriá empezaba a despuntar.

Este local es La Sirena (Plaça Sant Pere 8. tlf:972257294), en mitad de paseo marítimo y con vistas relativas al puerto, pues por medio de bar y mar pasa una carretera. Como local es la típica taberna marinera que parece uno de tantos, y quizá destaca entre los otros por no tener esas maravillosas fotos de los 80 de sus paellas y platos combinados. Nosotros íbamos a tiro hecho ya que me había informado previamente.

Resumen fotográfico de La Sirena
Y lo que nos encontramos fue un excelente trato de producto, con buen punto de cocción, sin adornos, formato snack, aperitivos, todo de centro, para compartir que es como mejor se pasa, comiendo, bebiendo y hablando. 

Como no, probamos la gamba roja de Roses (que no de Palamós), a la plancha, sabrosa cabeza y tierno cuerpo, aunque siempre me quedaré con la de Denia. Calamares a la romana, excelsos, a penas harina en huevo, tiernos, sin gota de exceso de aceite. "Pareja de hecho", lo que en Murcia llaman "matrimonios", boquerón y anchoa, con un aceite de buena calidad y una base de tomate natural de quitar el hipo. Berberechos naturales, al vapor, sin añadidos más que aceite y perejil, muy buenos, en su punto. Boquerones en adobo, en su punto, nada de exceso de harina, bien hechos, crujiente fuera y tierna la carne del boquerón. La famosa ensaladilla rusa, tapa por la que siento devoción junto con la tortilla de patata y las bravas, la santísima trinidad del tapeo y que marca la diferencia de un local, muy buena. Dicen que esta receta se la llevo Albert Adriá para Inopia, que también me pereció una ensaladilla de 10. Había Patatas Bravas, y había que pedirlas, la única decepción de la jornada, patata muy blanda, y una salsa bastante pobre de sabor. Y también unos mejillones, que como los berberechos, estaban muy buenos. Es quizá en el postre donde se nota esa mano de paso por El Bulli, contrasta la decoración del postre y su elaboración con respecto a la taberna que es, yo pedí un canuto de idiarzabal, que era brillante, nítido y sobre todo fresco (y sí hablamos del mismo queso Idiarzabal). Un final dulce que remata una excelente comida a la orilla de la Costa Brava.

El servicio, a pesar de estar llena la terraza, muy atento, aconsejando sobre que tapas están mejor en el día, y con mucha simpatía, nada forzada, buen feeling entre personal y nuestra mesa.

Para beber, cerveza y un blanco de Penedés, que lamentablemente no recuerdo.

Si da miedo el precio, lo debéis perder, 35€ por persona, precio asumible para todo lo que pedimos.

Esto es una muestra de que no todo lo que sale de El Bulli se ha de convertir en un local moderno y de alta cocina, o cocina experimenta, Montse Nuñez opta por tratar el producto, sin transformación alguna, sin máscaras, lo que ves es lo que hay, y sabe a lo que ha de saber.

Si visitáis Roses, un local altamente recomendable para compartir una buena tertulia a una mesa.

Un beso para vosotras y un abrazo para vosotros.


martes, 20 de agosto de 2013

Lombardi´s, batalla perdida

Buenas a todos.

Placa de reconocimiento como 1ª pizzeria de USA
Recientemente volví a NYC, como visteis por el post de Blue Hill.

Ya publiqué en su día la edición "Un Gastroyonki en la Gran Manzana", hablando del recorrido que hice en noviembre de 2012. En esta ocasión iba acompañado por mi pareja, lo que hace ver esta ciudad (y cualquier ciudad) de forma diferente y fue la constatación de que en buena compañía todo sabe mejor, y la cocina más.

Ya desde España pensamos en que sitios íbamos a comer, repartiendo entre locales clásicos y característicos, algunos de nivel y otros al azar.

En esos clásicos que son una institución está Lombardi´s (32 Spring st. web:www.firstpizza.com), primera pizzeria abierta en la ciudad, y que por parte del público se ha abierto una batalla por saber si es mejor Lombardi´s, Grimaldi´s o Roberta´s. Y pardillo de mi, caí en la trampa, y como ya había probado Grimaldi´s, privé a Patri de probar éste o Roberta´s (ambos aconsejados por Jesus "Pollito" Fernandez, de No soy otro Gourmet). No quiero decir que la pizza esté mala, sólo que me gusta más tanto el local, como el servicio como la propia pizza.



La forma de pedir es la misma que en Grimaldi´s, masa base a precio fijo, y cada ingrediente se suma al precio de la pizza. Pizzas de 6 u 8 porciones. Nosotros pedimos pepperoni y riccota. La masa es buena, fina, bordes abombados y crujientes, pero no aguanta como la de Grimaldi´s. De cantidad hay que decir que con la de 6 porciones es suficiente, y más si uno luego va a seguir de ruta.

Pizza Pepperoni y Ricotta
El local tiene 2 plantas, una baja y un sótano que coincide con la bodega. Por los pasillos fotos de Lombardi con famosos que han pisado su restaurante, pero bastante frío como local.

El servicio, eficaz, pero impersonal, normal en un sitio que está lleno casi todos los días.

Y para beber, pude tomar mi primera Brooklyn Lager en la ciudad. Al final, las 3 cervezas (2 yo y una Patri) con la pizza, más propinas, una cuenta de 60$ aprox.

La verdad, desde mi punto de vista, Grimaldi´s gana esta batalla que se ha montado en las redes.



Este fue un día bastante duro de caminata, y por la noche seguimos de visitas étnicas y probamos la cocina en China Town. Pero eso lo contaré en otro post.

Un beso para vosotras y un abrazo para vosotros.

miércoles, 14 de agosto de 2013

Blue Hill, conjunción de astros

Buenas a todos.

Vuelvo a viajar, a irme lejos y vivir experiencias a un sitio conocido. NYC, una ciudad que sin lugar a duda engancha, no sólo cuando estás allí, si no cuando ya no estás porque recuerdas lo vivido y lo bien vivido de aquella estancia, de como recebirías encantado el día con un paseo por High Line o te contagiarías del ambiente de Williambsburg con vistas a Manhattan. 

Tiene tanto esta ciudad que genios no le faltan, y entre ellos está el de Blue Hill (75 washington Pl., tlf: 212-539-1771, web:www.bluehillyc.com), Dan Barber, figura innegable de la cocina actual, creador del movimiento Km.0 y que es tan esquivo como la mayoría de los genios.

La decisión de Blue Hill ya estaba orquestada desde España, y antes de que fuera nombrado mejor restaurante de USA (y menos mal porque entonces dudo que hubiera tenido sitio), había mucha ilusión metida en esta visita, y la cubrió. No por el hecho que supone estar en un lugar como este, si no por como sucedió todo, una auténtica conjunción astral que lo convirtió en una grata experiencia. Y gran parte de ello fue el olvidar el móvil y las fotos, porque en Blue Hill no están permitidas (como hacía antes David Muñoz en DiverXO), o al menos no les parece de buen gusto que se hagan fotos, lo que te "obliga" a prestarle atención a la comida y tu acompañante.

Siendo sinceros, la noche de inicio no empezó bien, hubo tormenta, y la lluvia en NYC es muy pesada, (aunque a esta ciudad uno se lo perdona todo), me desorienté con la parada de metro, lo que nos supuso más retraso, pero una vez encontrado el restaurante, que es bastante difícil de encontrar, todo giró 180º. 

Una muy amable recepción a nuestra llegada, a un local pequeño, de luz tenue y decoración sobria, muy solemne el ambiente, lleno por completo. Y la bienvenida por parte del jefe de sala, Franco, que nos puso todas las facilidades para el menú, 2 menú degustación uno corto para Patri y el largo para mi, de 9 y 11 platos respectivamente, junto con el maridaje, acorde al menú de cada uno.

Supongo que les caímos en gracia, quizá por el hecho de reservar desde España y debo tener algún halo de cocinero porque se preguntaron una vez más si era chef de algún restaurante aquí, y esta vez no iba sólo!!!. Pero se generó un buen ambiente entre sala y nuestra mesa, mientras que alrededor la gente estaba bastante aburrida o enfadada (teníamos una pareja al lado que no paraba de llamar al camarero para que le cambiaran el plato porque no les gustaban). Y aprovechando el buen ambiente y la confianza que nos daba Franco, Patri se lanzó a preguntarle si Dan Barber estaba ese día en el restaurante, a lo que Franco nos dijo que estaba en Stone Barns (el otro restaurante y granja que tienen a las afueras de NYC), lo que suponía una pequeña decepción ya que iba con mi libro de La Cocina de los Valientes con su capítulo preparado por si me lo podía dedicar, aun así Franco puso interés y me preguntó por el libro y como había sabido de él, y qué hablaba ese libro sobre Dan Barber y su restaurante, como digo, nos dedico mucho tiempo. Y a partir de ahí empezó la cena...

Un muy buen menú de 11 platos, empezando por snacks como una hamburguesa de queso y espinacas, una degustación de verduras propias (lechuga, rábano, guisante, zanahoria...) de la huerta de Stone Barns, los embutidos elaborados por ellos como jamón de cordero o una crema de espárrago y ajo, difícil de olvidar, por sabor intenso y frescor al mismo tiempo. Probamos un nuevo tipo de lechuga plantada en terrenos de Stone Barns, con una hoja algo más blanda, pareciendo mustia, pero con más carnosidad, nos la mostraron primero, como cuando te muestran el marisco o el pescado antes de cocinarlo en las marisquerías, mientras nos explicaban el cultivo de la misma. La verdad, tiene más interés la historia que el sabor peculiar de la lechuga. Unos macarrones con colmenillas realmente buenos, tanto la elaboración de la pasta casera como la carnosidad de la colmenilla que absorbía un jugo de carne, de los mejores de la jornada. La carne de pichón, excelente. Y los postres de mascarpone y fresas y ruibarbo con queso culminaron la jornada.

foto al terminar la cena
El maridaje fue escandalosamente bueno, me quedo con un Riesling de Finger Lakes y un pinot noir de Sonoma, California.

La verdad es que la cena fue rodada, a mitad de cena volvió Franco a preguntar por el libro, y me dijo que si me importaba que en vez de Barber lo firmara el jefe de cocina. Por supuesto, ningún problema, pues no sé cuando volveré, y cuál fue la sorpresa, que al terminar la cena, vino el supuesto jefe de cocina a darmelo, y conversar un momento conmigo, lo conocí conforme salió de cocina, era el mismo Dan Barber que estuvo con nosotros a parte de hablando de que nos había parecido la cena, sobre como había averiguado yo de ellos y el movimiento Km.0. Un buen final de cena poder hablar con el creador de todo esto. Así que pude disfrutar de una excelente comida, con un excelente servicio y de una inmejorable compañía, una cena divertida, llena de risas y que terminó en el Small´s, un maravilloso club de Jazz que está a 5 minutos andando de allí, donde actúan las jóvenes promesas del Jazz, y algunas leyendas de la zona, un ambiente inmejorable para terminar.

La constatación de que esto se vive mejor en compañía, aunque suponga que el post sea menos profesional o tenga menos detalles. Lo importante es pasarlo bien.

Fue un día inolvidable gracias a una conjunción de astros.


En Small´s

Un beso para vosotras y un abrazo para vosotros.